Democracia, Lenguaje y Filosofía

"La democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes.

 La capacidad de abstracción es una de las características más diferenciadoras del ser humano, aquella que nos permite desarrollar el lenguaje, que, a su vez, capacita a cada individuo para compartir conocimiento, métodos, procedimientos, pensamientos, emociones... Así, el lenguaje nos permite comunicarnos, ponernos en común y formar comunidades complejas que nos permitan sobrevivir en la naturaleza. Además, toda comunidad necesita unas estructuras relacionales y un método de organización que evite el caos y la entropía natural, para lo cual creará un conjunto necesario de elementos interrelacionados que forman un sistema. Es decir, el ser humano crea grupos, instituciones y organizaciones que se relacionarán de una determinada forma, para apoyarse mutuamente y satisfacer las diferentes necesidades de cada individuo. Ese sistema forma un todo mayor que la suma de todos los individuos y todos sacrifican una parte de su voluntad en pro de mantenerlo y beneficiarse de la comunidad.

Por otro lado, ese sistema tendrá unas características básicas que responden a las necesidades y las limitaciones relacionales y cognitivas del ser humano. Así, en primer lugar, el hombre rehuye de la abstracción y necesita tangibilizar y definir ese sistema, por lo que desarrollará un constructo cultural y simbólico para materializarlo a través del lenguaje; para ello usará nombres, conceptos y categorías que definan a los grupos. En segundo lugar, esos elementos u organizaciones no pueden estar vacíos, sino que necesitan recursos humanos para desarrollar su función; para ello, diferentes personas ocuparán esos grupos, instituciones u organizaciones y los harán funcionar. Además, siempre existirán relaciones jerárquicas -que podrán ser más o menos horizontales, más o menos flexibles...- entre esos elementos, pues en toda comunidad se deben desarrollar diferentes tareas que abarcan desde la toma de decisiones hasta la realización de una gran multitud de trabajos sencillos; éste es el origen del poder y la jerarquía. También se crean leyes para regular estas relaciones. En tercer lugar, todo sistema necesita de un elemento legitimador que explique su existencia, su forma de funcionar y la jerarquía entre sus grupos e instituciones, así como por qué determinadas personas las ocupan. Por último, resulta imprescindible destacar que los sistemas no son estructuras cristalizadas e inmutables, sino que van cambiando con el tiempo, según las circunstancias y cientos de variables socioculturales, políticas, naturales, etc.

Pongamos un breve ejemplo con el Antiguo Régimen. Tenemos un constructo simbólico formado por las lenguas romances, que definen los grupos, instituciones, elementos y relaciones de ese sistema: gremios, nobleza, monarquía, rey, realeza, Dios, Iglesia, eclesiástico, diezmo, etc., etc. En segundo lugar, diferentes personas ocupaban esos grupos y desempeñaban una función: trabajadores, zapateros o carpinteros ocupaban los gremios y producían los bienes necesarios para la supervivencia; el Rey ocupaba el trono y gobernaba; los nobles se encargaban de la defensa; los curas se encargaban de adoctrinar a las clases bajas y transmitir el discurso legitimador del sistema, etc. Además, existía una jerarquía bien definida y muy horizontal entre estos elementos. En tercer lugar, el método legitimador era la Teocracia y, por último, ese sistema fue cambiando gracias a la convergencia de elementos técnicos y culturales, hacia otro tipo de sistema que comenzaría a gestarse -grosso modo- en la época de la Ilustración.

En definitiva, esta Teoría de Sistemas explica cómo los individuos crean un sistema que resulta de la suma de la voluntad de todos, inspirados por la necesidad de evitar el caos, de agruparse y la motivación de un un elemento legitimador; así como por su esencia sociopolítica y la necesidad de vivir en comunidad y apoyarse en los demás para saciar un amplio espectro de necesidades y deseos. Así, el animal político construye algo que nace de los individuos, pero está por encima de ellos. Además, todos los individuos viven en una relación de simbiosis con el sistema que construyen, ya que éste se nutre del individuo y el individuo necesita del otro, para convivir de forma organizada y ordenada con los demás.

Desde este punto de vista teórico, podemos decir que el sistema más justo desarrollado y puesto en práctica es el democrático, ya que está legitimado por un discurso fundamentado en las ideas de igualdad, libertad y representatividad, gracias a las cuales, el poder nace de los individuos. Así, sobre estos valores se construye una ficción discursiva, idealista y necesaria, que genera la jerarquía más horizontal y las relaciones más pacíficas, equilibradas, flexibles y enriquecedoras que pueden darse entre las élites, los ciudadanos y el entorno sistémico, ya que las élites son el reflejo de los ciudadanos y ambos se coordinan para articular el sistema. Así, aunque en el ámbito de la praxis social, necesariamente sigan existiendo élites y masas o las decisiones sistémicas nunca respondan ni coincidan totalmente con la voluntad de cada individuo en particular -a causa lógica y necesaria de sus limitaciones cognitivas y sociales-, el principio de representatividad política genera un tipo de relación bilateral muy fructuosa que potencia un contexto de libertad -en parte ficticia, en gran parte real- donde surge la explosión más brillante de creatividad humana y bienestar social que el hombre ha experimentado. Es por ello, que todo ciudadano es dueño de la democracia y tiene el deber de conocer cómo funciona, para protegerla.

Para ello, debemos remontarnos al principio del texto y recordar que todo sistema social es una estructura formada por elementos interrelacionados -grupos, instituciones, etc.-, que nace de la comunidad a través de la comunicación y el lenguaje. Es decir, la matriz de la sociedad es la Lengua y sus estructuras se definen a través de ella; por ello y para saber cómo proteger la democracia, todo ciudadano debe fortalecer sus competencias lingüísticas, retóricas e incluso oratorias. Además, al estar la democracia fundamentada también en la moderación, el equilibrio y el diálogo, resulta imprescindible y necesario tener un buen conocimiento sobre la Moral y la Filosofía, así como reunir el máximo conocimiento de las causas y propósitos de la democracia. De este modo, con unas buenas competencias lingüisticas, una moral fuerte y una buena actitud filosófica, tendremos los recursos conceptuales suficientes para proteger la democracia e incidir sobre ella a través de la dialéctica, en el caso de que comience a desvirtuarse o pervertirse -como podría estar ocurriendo hoy en día, en España-

En democracia, el poder no surge de las balas y los cañones, sino de la razón, la filosofía y el lenguaje; si estos se deterioran, perdemos nuestra capacidad de defensa ante toda posible amenaza.

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